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Había un tiempo donde la clase obrera de Mahón disfrutaba de sus mejores ratos de ocio en las calas próximas a la ciudad, y una de ellas, es la que les presentamos, la adorable cala de Es Murtar. Como dice su propia canción popular, sus vecinos no tenían fincas, ni caballos con los que galopar, pero deseaban que llegase el sábado para escaparse a su adorada calita, donde pasar el fin de semana, poner los llauts al mar e ir a pescar. Era momento también para preparar los mejores platos típicos de la isla, que elevaban a otro nivel la gastronomía menorquina.
Y aunque en tiempos modernos muchas cosas han cambiado, esa esencia de rincón de paz, de desconexión, de tranquilidad y armonía, sigue perpetua en toda la extensión de la cala, que además ha sobrevivido a la exposición turística preservando su uso casi de forma exclusiva a sus residentes y visitantes. Y la casa que les mostramos, es uno de sus grandes exponentes. Ubicada en una situación privilegiada, donde su elevación le otorga unas amplias vistas al mar, cuenta con salón/comedor, cocina, tres dormitorios dobles y un baño. Gran terraza desde donde contemplar las vistas, y pequeño patio posterior. Cuenta además con un volumen adicional en planta baja, no conectado a la vivienda, antiguamente destinado a garaje, hoy usado como espacio de invitados. Pequeño terreno junto a la carretera, idóneo para estacionar.
Precisa de reformas generales, aunque quizás la casa en sí sea lo de menos, porqué en este caso y seguramente solo para quién sepa sentirlo así, se vende más un sentimiento y una oportunidad de vivir experiencias, que un simple inmueble.